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El clásico de los clásicos! El recurso del grosero es el bocadillo del Café de los Artistas. Desde el principio de los tiempos ha estado ahí, y siempre lo estará… Como el amigo que nunca falla, el que nunca te abandona. El faro que guía a las naves en la oscuridad o la bocina en la niebla. Para esos momentos de grosería nocturna, casi siempre, se creó el Café de los Artistas de Zaragoza.
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Cuando uno ya no sabe que hacer ni a donde ir, harto de hacer fila en sitios de modernos o de comer hamburguesas para arquitectos suecos esa estrella se ilumina y nos dirige al Café de los Artistas.
Sólo el gesto de abrir esa puerta sagrada hace que un escalofrío recorra todo nuestro cuerpo y se ilumine nuestro rostro ante la vitrina más grosera de la ciudad. Manjares de los cinco continentes se muestran ante nuestros ojos para deleite de los sentidos.
De la variada oferta de bocadillos, uno que destaca por su extrema grosería es el de sobrasada con bacon, queso y huevo. Sólo de nombrarlo a uno se le cierran los ojos y comienza a soñar.
Servido con un pan de los de toda la vida, con bien de miga y sin que la corteza te destroce el paladar, esta combinación milenaria logra cautivar desde el momento en el que se nos planta delante. Partido en dos justo en el punto cardinal donde la yema del huevo logra alinearse con los planetas el silencio se hace, se apagan las luces y comienza la función. Ahora tú eres el artista.
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