Casa Unai es uno de esos sitios que todo el mundo ha oido hablar en Zaragoza pero pocos conocen de verdad, ya sea porque siempre está a reventar o porque tampoco es que esté muy a mano (de la zona centro), lo cual le confiere ese halo de misterio que lo sitúa entre lo desconocido y lo inalcanzable. Numerosamente grosera es su oferta que va desde su conocida tortilla hasta la hamburguesa, esa gran desconocida.
Uno cuando llega al Casa Unai en Zaragoza y ve que aún queda tortilla se siente como si hubiera corrido la maratón de Nueva York durante mil años y por fin la hubiera acabado… ha merecido la pena el viaje, el madrugón y lo que haga falta! Y que conste que lo de correr es una horterada pero algún ejemplo había que poner.
Vemos la tantas veces alabada tortilla sobre el mostrador y pedimos que nos pongan un pinchito, la camarera coge el plato con la tortilla y se lo lleva a la cocina… eso ya sorprende, no es muy normal la verdad. La costumbre por ahí es que directamente en la barra te lo corten y te lo pongan en un platillo con un poco de pan, pero todo tiene un porqué.
Al rato aparece de nuevo la camarera y te da un plato con unos trozos de patata pochada, lo que se adivina como algo de cebolla tostada y un poco de huevo cuajado por ahí… y uno piensa, a esta tía o se le ha caído al suelo mi pincho y tal cual me lo está poniendo o esto es algo que forma parte de la ‘experiencia Unai’. Y efectivamente.
No es que se trate de una tortilla de patata al uso, como la solemos conocer, se trata básicamente de un revoltijo, con un sabor tan particular que recuerda a los asados tradicionales incluso, y que más bien parece el acompañamiento de una paletilla o cabrito al horno. Sin duda una tortilla especial y particular la de Casa Unai de Zaragoza, de esas que hay que probar!
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